Colaboración del equipo de expertos en Psicología y Salud Integral de Vitamin Nutrition
Cuando el alma también necesita atención
A veces, la vida se quiebra en un instante. Un día que parecía normal, lleno de música, amigos y alegría, puede terminar en una tragedia que deja cicatrices profundas no solo en el cuerpo, sino también en el alma.
Eso fue lo que ocurrió hace poco más de dos meses con el colapso del techo en la discoteca Jet Set, un lugar que durante años fue sinónimo de diversión y encuentros, pero que terminó convirtiéndose en escenario de uno de los momentos más dolorosos en nuestra historia reciente.
La pérdida de 234 vidas, muchas de ellas jóvenes, amigos, familiares, conocidos, y la muerte inesperada de un merenguero querido que daba alegría en el momento de la tragedia, provocó un duelo nacional. Porque no fue solo un accidente. Fue una herida colectiva. Y para muchos, fue la gota que rebosó el vaso emocional tras años de pandemia, crisis, incertidumbre, pérdidas y miedo.
Hoy, más que nunca, necesitamos hablar de salud emocional, de salud mental y de salud física como un todo. Necesitamos recordar que estar bien no es un lujo ni una meta lejana. Es una necesidad básica, un derecho humano, y un compromiso que tenemos con nosotros mismos y con quienes nos rodean.
En este artículo quiero acompañarte, no como psicólogo ni psiquiatra sobre todo como ser humano, a reflexionar sobre cómo sanar, cómo reconstruirnos después del dolor y qué herramientas tenemos para volver a vivir con esperanza y fuerza.
Parte 1: El cansancio invisible — estrés, ansiedad y tristeza acumulada
La pandemia del COVID-19 nos cambió a todos. Nos quitó certezas, nos separó de seres queridos, nos hizo convivir con el miedo y la pérdida. Muchas personas, incluso hoy, no han terminado de procesar lo vivido en esos años: pérdidas de empleo, duelos no resueltos, enfermedades, soledad, aislamiento.
Ahora, cuando parecía que lentamente estábamos recuperando cierta normalidad, una tragedia como la del Jet Set volvió a remover emociones profundas: miedo, vulnerabilidad, tristeza, impotencia, y para muchos, rabia. Y esto es completamente normal. Somos humanos, y los humanos sentimos. Pero también somos seres que pueden sanar, crecer y transformar el dolor.
El estrés crónico y la tristeza profunda, cuando no se expresan, se acumulan o terminan enfermando. El cuerpo lo resiente: problemas para dormir, dolores musculares, palpitaciones, problemas digestivos, falta de energía. La mente también se ve afectada: pensamientos negativos, dificultades de concentración, apatía, llanto constante, ansiedad.
Por eso es tan importante reconocer lo que estamos sintiendo y aceptar que estar mal a veces es parte del proceso de estar bien.
Nadie tiene que ser fuerte todo el tiempo.
Nadie tiene que cargar el dolor en silencio.
Parte 2: La salud mental sí importa, es parte de la salud general
En nuestra cultura, a veces hemos aprendido a “aguantar”, a reprimir las emociones o a esconder la tristeza detrás de una sonrisa. Pero la salud mental no es debilidad. Es tan importante como cuidar el corazón o los pulmones. Es parte de nuestra salud integral.
Cuidar la mente y el alma es cuidar la vida. Y hoy, después de todo lo que hemos vivido como sociedad, no podemos darnos el lujo de ignorar lo que sentimos. Porque cada persona que hoy sufre en silencio puede ser ayudada. Y cada uno de nosotros puede ser esa persona que decide comenzar a sanar.
Buscar ayuda profesional no es una señal de debilidad. Es un acto de valentía y amor propio. La psicoterapia, los grupos de apoyo, la escucha atenta, las prácticas de autocuidado, e incluso el uso de suplementos naturales y medicamentos cuando son necesarios, forman parte del camino hacia la recuperación.
Parte 3: Recuperarnos emocional, mental y físicamente — Paso a paso
No existe una receta mágica para sanar, pero sí existen caminos posibles. Aquí te propongo algunos pasos y hábitos que pueden ayudarte a retomar el control de tu bienestar:
1. Habla de lo que sientes
El dolor compartido es menos doloroso. Habla con alguien de confianza, escribe en un diario, únete a un grupo de apoyo. Hablar no solo libera, también organiza lo que sentimos. Nos permite ver el dolor desde otra perspectiva y encontrar sentido.
2. Vuelve a conectar con lo que te da vida
Puede ser la música, el arte, caminar en la naturaleza, leer, abrazar a tus hijos, escuchar el mar. No subestimes el poder de lo pequeño.
Cada acto que alimenta el alma también fortalece la mente y el cuerpo.
3. Al cuidar tu cuerpo, cuida tu mente
El ejercicio moderado, una alimentación sana, y un buen descanso tienen un impacto enorme en el estado de ánimo.
Mover el cuerpo libera endorfinas, neurotransmisores que generan bienestar.
Dormir bien repara el sistema nervioso. Comer bien nutre también el cerebro.
4. Practica la compasión (contigo y con los demás)
Nos exigimos mucho. A veces demasiado. Practicar la compasión significa permitirte sentir, perdonarte por no estar al 100% y comprender que todos estamos haciendo lo mejor que podemos, incluso cuando no se nota.
Parte 4: Mira estos suplementos que pueden ayudarte a sentirte mejor
Aunque los suplementos NUNCA reemplazan un tratamiento médico o terapéutico, pueden ser grandes aliados en el proceso de recuperación emocional y mental. Aquí te comparto algunos que han demostrado ser útiles, siempre recomendando su uso con orientación profesional:
1. Magnesio
El magnesio es fundamental para el equilibrio del sistema nervioso. Ayuda a reducir el estrés, mejora el sueño y relaja los músculos. Personas con ansiedad o insomnio suelen tener bajos niveles de este mineral.
Dosis sugerida: 500-1000 mg diarios (consultar con un especialista).
2. Omega 3 (EPA/DHA)
Los ácidos grasos omega 3 son conocidos por sus beneficios en la salud cardiovascular, pero también son esenciales para el cerebro. Tienen propiedades antiinflamatorias y mejoran el estado de ánimo, ayudando a reducir los síntomas de depresión y ansiedad.
Dosis sugerida: 1000-2000 mg diarios.
3. Ashwagandha
Este Adaptógeno natural ha sido utilizado en la medicina ayurvédica para reducir el estrés y mejorar la resistencia emocional. Equilibra el cortisol, la hormona del estrés, y ayuda a regular el ánimo.
Dosis sugerida: 125-500 mg Diarios.
4. Enhanced Sleep without Melatonin
Contiene péptidos lácteos bioactivos y una mezcla patentada de extractos de ashwagandha y amla (grosella espinosa india). Estos ingredientes se han combinado para promover la relajación y un sueño reparador, favorecer una respuesta saludable al estrés, proteger contra los radicales libres y ayudar a mantener una piel joven y sana, todo ello sin melatonina.
Dosis sugerida: Tome una (1) cápsula al día o según lo recomendado por un médico.
Se puede tomar durante el día para el estrés o antes de acostarse para ayudar a conciliar el sueño.
Parte 5: Transformar el dolor en propósito
Una de las cosas más difíciles de aceptar en la vida es que el dolor existe, que no siempre tiene explicación, y que muchas veces toca a personas buenas en momentos inesperados. Pero también es cierto que, aunque el dolor nos quiebra, también puede enseñarnos. No se trata de justificar la tragedia, ni de minimizar la pérdida, sino de encontrar dentro de la oscuridad una pequeña luz que nos permita avanzar, buscando un sentido, un propósito.
Cuando perdemos a alguien, cuando pasamos por una crisis emocional o física profunda, hay un cambio en nuestro interior. Algo muere, sí, pero también algo nuevo puede nacer: una nueva manera de ver la vida, de valorar los momentos, de estar más presentes, de amar más, de perdonar, de vivir con más consciencia.
Esa transformación interior puede llevarnos a preguntarnos:
- ¿Qué he aprendido de todo esto?
- ¿Cómo puedo honrar la vida de quienes ya no están?
- ¿Qué puedo hacer para aportar algo positivo a los demás?
- ¿Cómo quiero vivir el tiempo que me queda?
No tenemos control sobre todo lo que nos pasa, pero sí podemos elegir qué hacemos con lo que nos pasa. Y en esa elección está el poder de cambiar nuestro mundo interior y, desde ahí, impactar el mundo que nos rodea.
Parte 6: Podemos Ser mejores seres humanos
Ser un mejor ser humano no significa ser perfecto. Significa vivir con intención, con respeto por uno mismo y por los demás, con empatía, con apertura al aprendizaje, y con voluntad de servir a algo más grande que el ego.
A veces creemos que mejorar como persona requiere grandes actos: donar millones, cambiar el mundo. Pero muchas veces lo más transformador ocurre en lo cotidiano:
- cuando escuchamos sin juzgar
- cuando nos detenemos a consolar a alguien
- cuando nos hacemos cargo de nuestro propio dolor y
- cuando decidimos sanar en lugar de herir.
Aquí algunas formas sencillas pero poderosas de comenzar a ser una mejor versión de ti mismo:
1. Practica la gratitud
Incluso en los peores momentos, siempre hay algo que agradecer.
Respirar, estar vivos, tener una mano amiga, un rayo de sol. La gratitud cambia el enfoque: nos mueve del “por qué a mí” al “qué puedo hacer con esto”.
2. Ofrece ayuda, aunque sea pequeña
Una llamada, un mensaje, una sonrisa sincera. A veces, un gesto pequeño puede cambiarle el día a alguien. Ser útiles nos conecta con nuestra humanidad y nos recuerda que todos estamos juntos en esto.
3. Perdona, sin olvidar
El perdón no es justificar lo injustificable. Es dejar de cargar con un veneno que nos hace daño. Es liberar el corazón del rencor para poder seguir adelante sin ese peso.
4. Escucha tu cuerpo y tu mente
Aprende a identificar las señales que te da tu cuerpo cuando algo no va bien. El agotamiento, el insomnio, la falta de apetito, los dolores constantes… todo eso son mensajes que merecen atención. Escuchar tu mente es también escuchar tu historia, tus necesidades, tus límites.
5. Haz las paces con tus emociones
No hay emociones “malas”.
La tristeza, la rabia, el miedo, el vacío… todas tienen algo que decirnos. Reprimirlas solo prolonga el dolor. Permitirse sentir es el primer paso para sanar.
Parte 7: Tiempo de reconstruirnos juntos
Una tragedia como la del Jet Set nos recuerda que somos una comunidad. Que estamos conectados más allá de nuestras diferencias. Que la vida de uno toca la vida de muchos. Y que, aunque no todos hayan perdido a alguien directamente, todos perdimos algo: la sensación de seguridad, la alegría de la música que nos unía, la imagen de un ídolo que parecía eterno.
Reconstruirnos como sociedad empieza por la empatía. Por mirar al otro y preguntarnos: ¿cómo estás de verdad? ¿en qué te puedo ayudar?
Es tiempo de volver a confiar, de volver a compartir, de volver a mirar al futuro con esperanza.
Pero también es tiempo de aprender. De revisar lo que se pudo evitar, lo que no se dijo, lo que no se cuidó. Y de comprometernos a ser parte de una cultura que valore la vida, que escuche a los dolientes, que proteja, que ame, que honre.
Parte 8: Qué podemos sacar de esta experiencia
Cada experiencia dolorosa nos deja huellas. Pero también puede dejar enseñanzas que nos acompañen para siempre. Esta tragedia nos deja lecciones que, si las tomamos con humildad y responsabilidad, pueden ayudarnos a ser personas y sociedades más humanas.
Aprendimos que la vida es frágil
Y por eso hay que vivirla con presencia, con consciencia, con respeto. Que no vale la pena guardar abrazos, ni aplazar palabras de cariño, ni vivir corriendo detrás de cosas vacías.
Aprendimos que el dolor compartido nos une
Que en el llanto colectivo hay amor, hay comunidad, hay un lazo que nos conecta con lo esencial.
Aprendimos que todos necesitamos apoyo
Nadie está exento de necesitar ayuda emocional. La salud mental debe ser una prioridad. Hablar con un psicólogo, con un psiquiatra, no es debilidad, es sabiduría.
Aprendimos que es momento de mirar hacia adentro
Más allá de las apariencias, del ruido, de las redes sociales… todos llevamos un mundo interno que merece ser cuidado. Porque lo que cultivamos dentro, lo proyectamos afuera.
Parte 9: El viaje de sanar
Sanar no es un destino, es un viaje. Y en ese camino, habrá días mejores y días oscuros. Pero cada paso cuenta. Cada acto de cuidado hacia ti mismo es una semilla que florecerá. Cada vez que eliges respirar profundo en vez de gritar, descansar en vez de exigirte, hablar en vez de reprimir… aunque no lo creas “estás sanando”.
No estás solo. No estás sola. Hay personas, redes, profesionales y comunidades dispuestas a caminar contigo.
Si hoy estás sintiendo tristeza, ansiedad o dolor, por la tragedia reciente o por lo que traes acumulado desde la pandemia, permítete recibir ayuda. Date permiso de sanar.
El mundo necesita personas vivas por dentro. Personas que, a pesar de sus heridas, siguen creyendo en la vida.
Personas que deciden levantarse, mirar al cielo, y decir:
“No sé cómo, pero voy a estar bien. Y voy a ayudar a otros a estar bien también.”
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